miércoles, 24 de febrero de 2016

Síndrome del Cangrejo



Hay dos formas de andar: de frente y de espaldas. 


Dentro del desplazamiento físico, la totalidad de las personas transitan frontalmente. En cambio, en el desplazamiento vital y emocional, nos encontraremos a menudo con lo que podríamos denominar "Síndrome del Cangrejo”.


Los individuos que lo padecen son los que hacen suya la expresión "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". La forma que tienen de afrontar su futuro es mirar incesantemente al pasado, resultando su presente un ciclo nocivo, anclándose en la obsesión y la compulsión. 


La obsesión con volver a tener una oportunidad para redimirse, la compulsión de creer que el método a utilizar para conseguir sus metas debe ser el mismo que utilizaron anteriormente. 


O aún peor: no querrán luchar en una nueva batalla (ya que en todas las anteriores perecieron), y no iniciarán un nuevo ciclo nunca mas. Los antiguos fracasos retroalimentarán este sistema interno del “todo o nada” en algún momento del proceso, y acabarán errando de nuevo.


Y esto se debe a que no logran evitar apartar sus ojos de lo ya acontecido, de lo que irremediablemente fue y nunca podrá ser de otra forma. 


No son capaces de tatuarse en su mente nuevos dogmas, objetivos o normas de conducta que provoquen un punto de inflexión en sus vidas. Que los lleven a evolucionar, a un nuevo plano espiritual.


Uno de los mejores momentos que tienen para ello es cuando mas derrotados se sienten, cuando todo ha perdido su color natural y se ha transformado en una escala de grises total. Ese instante en el que se ven forzados a tomar una decisión, esa inyección repentina de stress que se produce al situarse al borde de un abismo.


Pueden ayudarse de la bioquímica de nuestro organismo para lograrlo. La liberación súbita de cortisol y adrenalina, los cuales se producen durante y después de una experiencia altamente emocional, hace que la información se fije en nuestro cerebro con mayor eficacia. 


Un ejemplo universal para ilustrar dicho efecto es el siguiente: si tratamos de recordar qué hacíamos o dónde nos encontrábamos el 11 de Septiembre del 2001 o el 11 de Marzo de 2004, es muy probable que sepamos responder con una precisión absoluta y con gran lujo de detalles. Pero si tratamos de evocarlo situándonos tres días antes, no tendremos más que una nube de incertidumbre.


Y si formuláramos las mismas preguntas en contextos temporales de carácter personal, fechas clave en nuestra historia individual, dispondríamos de la misma seguridad en nuestra respuesta. La narración sería vívida, lúcida y convincente.


Conociendo este hecho deducimos que el mejor momento para decidir romper ese círculo vicioso, cuando mas valentía somos capaces de desarrollar de una manera natural para hacer frente a esa espiral autodestructiva... es cuando nos hayamos acorralados y en peligro. 


Se corre más rápido, se muerde con mayor presión, se golpea con más violencia. 


Si, en cambio, dejamos pasar el tiempo sin dilucidar el rumbo más adecuado para nuestro devenir, con mucha facilidad continuaremos con una inercia remota. Elegiremos de nuevo aquellas malas decisiones que fueron tomadas durante una etapa diferente, con otro contexto y otros intérpretes.


Y no hay juicio más injusto que aquel en el que se sentencia sin examinar la singularidad del suceso acaecido.


El problema está en que, cuando se nos presenta esta ocasión, solemos optar por la opción mas rápida y práctica. Y, normalmente, es aquella que más daño nos va a infligir. Nos suele dominar más la prisa que la coherencia o incluso el instinto.


No valoramos tanto como deberíamos esta forma de inteligencia abstracta. Somos tan inmensamente orgullosos y carentes de humildad que pensamos que nuestra parte consciente es la única que proporciona soluciones a todo… pero no es así. El consciente es una minoría frente al inconsciente, la punta del iceberg.


De ahí que con la ayuda de la razón consciente podemos plantear múltiples alternativas, un análisis detallado de aquello que podría suceder tras una decisión determinada. El resultado será una respuesta “lógica” en concreto por puro valor estadístico.


Pero no somos máquinas, somos seres con alma, que tienen la capacidad de reír y llorar. Y esa parte emocional, mucho más visceral y profunda, escondida dentro de un baúl sin llave, sólo se abre paso de forma repentina. Son fogonazos que simplemente se sienten, sirviendo de brújula para el espíritu con una mayor efectividad que la analítica exagerada.


Luego… si tu instinto sugiere llevarte hacia un lugar definido, ten en cuenta su mensaje tanto o más que a los de tu intelecto. 


Porque la probabilidad es una ciencia inexacta siempre que hay un humano de por medio… o dos…


Abraza el futuro, ya que lo que quedó detrás de ti ya no vale nada.



NO ANDES DE ESPALDAS.




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jueves, 18 de febrero de 2016

Cuento del Corazón de Reemplazo


Entre la niebla densa, que apenas dejaba divisar el trayecto de aquella tortuosa carretera, tumbada en el arcén y cubierta por la escarcha que dejaba el rocío en esa eterna noche de helada… se encontraba Ella.


Él transitaba por dicha travesía, en busca de un emplazamiento al que poder llamar hogar. Portaba una mochila gigantesca que contrastaba drásticamente con su estatura y peso, pero su actitud corporal no reflejaba el cansancio que sí evidenciaba su triste mirada. 


Nada más divisar la escena, dejó su equipaje sobre el pavimento y acudió raudo a investigar qué le había sucedido. Sus brazos presentaban hematomas manuales y abrasiones, y en el centro del pecho había un orificio del tamaño de un puño.


Sin mediar palabra alguna, ella se incorporó y le miró directamente a los ojos. De forma sutil, aproximó sus dedos tímidos y gráciles hacia su cutis. Al contactar, éste le narró su historia a través de sus yemas, como si el roce hubiera activado un torrente de recuerdos compartidos dentro de sus cabezas.


Su piel era un entramado de cicatrices, como si toda su existencia hubiera consistido en encontrar la orilla fuera del océano de alambre de espino en el que había naufragado tiempo atrás. Todas esas marcas formaban una antología del dolor, con tantos volúmenes como líneas contenía.


A pesar de la contrastable fragilidad natural de su epidermis, su dermis se componía de una peculiar mezcla orgánica de colágeno y kevlar. Su pellejo no podía ser atravesado por arma alguna, sólo erosionado. Ella mostró sorpresa en su cara, como quien descubre un truco de magia alucinante que te deja sin aliento. Pensó que, con aquella habilidad, no le hubieran horadado el torso.


Él, al percibir ese deseo en ella, le explicó que no nació así, que era una destreza adquirida. Simplemente un día decidió no acobardarse ante el miedo y combatirle cuerpo a cuerpo. Tras cada batalla, su cuero era recompensado con una mayor fortaleza por dicha gesta. Le declaró que, si él pudo aprender, ella también. 


A veces nos asustamos de lo que menos daño puede hacernos.


Al depositar las palmas sobre su tórax, percibió su esqueleto con la apariencia de una pequeña jaula de barrotes tan duros y flexibles como el titanio. Le relató que había sido creada por un par de maestros herreros que vivían en su interior: 


Uno era nihilista y autodestructivo, poseedor de una habilidad extraordinaria para elevar drásticamente la temperatura interna. Su único objetivo era tratar de descubrir el límite térmico de fusión de aquella estructura costal, utilizando su alma como combustible en una violenta explosión, sirviéndose del azar como acelerante y la vida de otro como detonador. 


Defendía que, en la muerte, recordamos los momentos más abrasadores y lamentamos aquellos en los que temimos quemarnos.


El otro era vitalista y creativo, vivía sumergido en el trance onírico que le inducía una potente droga, obtenida al destilar en el matraz del tiempo una disolución de bienestar y confianza. Lograba ver la singularidad de cada temple y aplicaba un método único cada vez, nunca repetía el mismo proceso. 


Argumentaba que, en la vida, no hay ningún suceso idéntico a otro y todo depende del contexto.


De pronto, ella se tambaleó. Él, con extremo cuidado, la sentó y procedió a observar dentro de su hendidura. No había hemorragias, pero allí faltaba su corazón. Su rictus estaba invadido por la aflicción y la desesperanza, y él… sólo pensó en una solución posible.


Hendió sus propias manos en su abdomen, sorteando la inmensa resistencia de la piel con relativa facilidad al identificarse como tejido propio, y siguió la única trayectoria posible evitando su metálico armazón costal. No gritó, aunque dejaba patente en sus gestos el tormento del procedimiento. Era su deber intentar su salvamento.


Cuando llegó a agarrar su víscera cardiaca, tiró de ella hacia afuera con contundencia. Se lo entregó, depositándolo entre sus pulmones a través de la abertura. Al instante, ella sintió una descarga de potencia sin límite. Percibía el entorno libre de condensación, su agudeza visual se había disparado a tal punto que la oscuridad nocturna había tornado en luminosidad diurna.


Se sentía viva de nuevo, colmada de energía que anhelaba utilizar. Una sonrisa repleta de honestidad saturaba su tez y sus movimientos comenzaron a exaltarse. Él se tendió en el suelo, extenuado ante su magno esfuerzo. A ella le pareció un misterio como conseguía sobrevivir, así que se acostó junto a él, acurrucándose mediante un abrazo, y le preguntó:


“- ¿Cómo es esto posible?”


Él le respondió, en un tono plenamente alegre:


“- Puedo vivir sin un corazón mientras esté cerca del que yo te he prestado. Ahí, latiendo dentro de ti, está confiada mi esperanza. Mientras no sufras de nuevo, ambos saldremos de ésta.”


En aquel instante, un automóvil se detuvo frente a los dos. Un rostro borroso asomó por la ventanilla y espetó: 


“- Eh, guapísima… ¿quieres pasar un buen rato?. Veo que tienes un corazón nuevo a estrenar… ”. 


Ella se levantó del asfalto, agachó la cabeza y se montó en el coche. Sin mirar atrás.



Y allí, entre la niebla densa, que apenas dejaba divisar el trayecto de aquella tortuosa carretera, tumbado en el arcén y siendo cubierto por la escarcha que dejaba el rocío en esa eterna noche de helada… le encontraron a Él.




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sábado, 13 de febrero de 2016

Sucedáneos Vitales (Introducción y Capítulo 1)


------------- INTRODUCCIÓN -------------


Odio los Sucedáneos Vitales, los sustitutos. Todo aquello que parece ser… pero no es.


Y los odio aunque, en alguna ocasión, me vea inevitablemente abocado a consumir alguno de ellos frente a la opción genuina, única o más valiosa. Y digo consumir, no elegir. Porque nunca optaré voluntariamente por lo mediocre frente a lo excepcional, tendré que ser sometido para ello. Me defenderé de la agresión, aunque no soy todopoderoso. Todos tenemos, por desgracia, algún límite o debilidad. Empezando por mí mismo.


Uno de dichos límites puede ser el poco control que tenemos sobre nuestras decisiones, al ser nuestro consciente absurdamente inepto frente al inconsciente, que se preocupa con compulsividad de guardar sin prejuicios toda la información que recibimos. Somos capaces de verlo todo y no percibir más que su superficie, dejándonos engañar por la tendencia caprichosa y partidista del ego.


Hay que hacer un gran esfuerzo para mejorar este aspecto de nosotros mismos, ya que hay que abrir ampliamente nuestros sentidos, usar la lógica en vez del deseo irracional. Usando la primera como herramienta, no nos dejaremos llevar por lo irreal e imaginario, sino por lo real y concreto… elegiremos todo aquello que nos arregle la vida y la de otros, que nos haga crecer de verdad. 


Podéis pensar que la inmensa mayoría de lo que percibimos y hacemos tiene el sello de la genialidad, pero no… es más bien al contrario. Estamos invadidos por estímulos y actos firmados por la mediocridad, esa infección del alma cuyos síntomas son muy evidentes para los demás, pero no tanto para uno mismo. 


Puede darse el caso de que alguien, sin que sea por propia voluntad, no logre ver ese disfraz que, como en el Cuento del Traje Nuevo del Emperador, está hecho de aire y mentira. Ese maquillaje maquiavélico que teje la sugestión mental. Por esta razón procederé a desglosar aquellos que lograron captar mis sentidos y fueron mostrados ante mi con su auténtica apariencia.


Con cada uno, tendrás la opción de seguir a la lógica o a la irracionalidad, a buscar la excelencia o agarrarte a la mediocridad, a sustituir una vida vacía de sentido por una llena de significado. 


Tus actos hablarán por ti (como los míos hablarán por mí).


------------- CAPÍTULO 1 -------------


“Porque un sucedáneo es…”


“… como creer que leer la sinopsis es conocer toda la historia”.


Porque conocer el itinerario de un viaje no significa andar el camino. Una presentación escueta no te enriquecerá, ya que descubrirás las consecuencias más relevantes pero ninguna nueva enseñanza detrás.


No conocerás sus causas, ya que para ello necesitas disponer de información sobre ellas, cuanta más mejor. Una aventura es una secuencia de pequeños pasos, cada uno dado dentro de un contexto exclusivo. Seguir la senda es lo que te aporta algún beneficio real, lo que hará que logres obtener alguna emoción o lección moral al llegar al final de la experiencia. El desenlace de algo siempre debe ser simplificado al ser vivido, nunca al ser imaginado.


Y todo por querer correr en vez de andar.


“ … como utilizar a quien se te mantiene leal”.


Porque es más difícil recompensar a quienes nos aman incondicionalmente que sólo aceptar su ayuda. Resulta tremendamente sencillo obviar que dicho esfuerzo merece ser recompensado, aunque te estén dando su vida sin pedir nada a cambio.


Ellos siempre te ofrecerán nuevas perspectivas cuando las necesites, te animarán a superarte y a evitar riesgos innecesarios, se preocuparán de no faltarte al respeto y nunca te mentirán. Los que te admiran anteponen sus necesidades frente a las tuyas, una y otra vez, porque necesitan hacerte feliz de verdad cuando saben que tu sonrisa es fingida.


Y todo por no aceptar la reciprocidad y la igualdad como los derechos del otro, como una responsabilidad para con los demás.


“… como protestar airadamente el día que arde Europa, pero obviar en cualquier otro momento las cenizas del Tercer Mundo”.


Porque reconocemos abiertamente la tragedia con mayor facilidad cuando salpica al Sistema al que nosotros pertenecemos, aunque haya desastres mayores cada día en términos de víctimas o de crueldad aplicada realizados en nombre de nuestra propia comunidad. Aquellos que poseen el poder (entre los que tú no te encuentras) fueron lo suficientemente hábiles para hacerte creer que tu tren de vida es el mismo que el de ellos. Crees de verdad que formas parte de su Club.


Mientras roban a los más desfavorecidos, te hacen cómplice tras presentarte una opinión manipulada sobre lo que están haciendo allí. Ponen la etiqueta de “enemigo” en alguien abstracto y extraño, un arquetipo con una cantidad enorme de tópicos, deshumanizando culturas enteras de millones de individuos diferentes. Si caes en su trampa y sólo crees lo que ellos te plantean, les das el beneplácito para continuar los abusos, ya que esperan a que suceda algo cercano para justificar todo aquello que estuvieron haciendo en la sombra y tener carta blanca de ahí en adelante.


Te mantienen asustado, empequeñeciendo tu burbuja de seguridad, induciéndote a pensar que el mundo es un lugar peligroso y no hay nada más importante que tu hogar. Pero el hogar está allí donde encuentres un generoso corazón afligido, y si exploras otras culturas te darás cuenta de que los oprimidos somos la inmensa mayoría. 


Que todos vivimos sometidos por unos pocos sociópatas que nos gobiernan en cualquier país que elijas analizar. Que hay que empatizar con el sufrimiento en sí mismo en vez del que sólo encaje con nosotros o con la moda mojigata de turno.


Y todo por no querer quitarte la venda de los ojos para ver que eres un esclavo más.


“… como usar cubiertos de plástico en vez de metal”.


Porque resulta más cómodo tirarlos a la basura que fregarlos. Con los de plastico, gastas uno hasta que se rompe (más pronto que tarde), desperdiciando nuestro dinero mientras dejamos una huella ecológica inexistente en el otro caso. Usamos una cantidad numérica absurda a largo plazo de ellos, que se limita a “uno de cada tipo” cuando optas por el metal. 


Y todo por no gastar unos minutos lidiando con el agua, el jabón y la suciedad.


“… como ser buena persona sólo en Navidad”.


Porque una semana de buenas caras no borra los pecados de las cincuenta y una restantes. No sólo carece de sentido práctico, ya que si eres un hijo de puta total no consigue eliminar el recuerdo del daño que hayas provocado, sino que resulta hipócrita hacia cualquiera que sufra el resto del año por cualquier motivo que ahora defiendas y del que te olvides a la hora de la verdad. 


Quienes te rodean y se ven afectados por tus acciones necesitan sentir que una familia es real cuando cada día hay afecto y preocupación, ninguno te aceptará en el futuro aunque ahora te sigan el rollo, acabarás repudiado y solo. 


Y todo por evitar convertir la bondad en una forma de vida.


“… como dedicarle más tiempo a un grupo tributo de versiones que a crear tu propia música original”.


Porque es más cómodo representar obras de artistas contrastados y aprovecharse de su fama para conseguir aplausos fáciles, que desnudarte sobre el escenario representando algo personal, arriesgándote a que la mitad del público no te comprenda.


Te ahorras una labor titánica que dichos artistas sí tuvieron que hacer realidad con mucho esfuerzo, buscar dentro de ti un sonido que demuestre una visión sonora que nadie más tiene. Romperte la cabeza huyendo de lo habitual al mezclar conceptos que nadie más se atrevió a fusionar, combatir la incredulidad inicial del espectador y defender a tus temas propios como si fueran hijos reales.


Crear tu propia música te hace profundizar en tus decisiones, saca de dentro quien eres y qué has venido a aportar al mundo. Es tan laborioso como doloroso, un ciclo constante de ensayo/error/corrección/ensayo con tu interior como decorado. Una épica peripecia con un significado consecuente a nuestro reflejo. Si no vives la tuya, encarnar la de otros será una tarea vacua con sabor a plástico y carente de naturalidad.


Y si eliges copiar descaradamente la metodología y temática de uno o dos grupos para fabricar un producto sin alma bajo tu propia firma, en mi humilde opinión: no dejarás de ser un grupo de versiones. Si te etiquetan siempre como “los Coldplay españoles”, o dicen de vosotros que “sonáis a System of a Down con una voz a lo Linkin Park”, o te encasillan fácilmente dentro de un sólo género del tipo “pop alternativo”… acepta que eliges la máscara de otra voz antes que enviar al mundo un mensaje exclusivo lleno de tu significado. Tu rostro musical no te pertenece.


Y todo por preferir ser un intérprete vacío de lo auténtico frente a un músico repleto de pureza.


“… como someterte a quien le importas una mierda”.


Porque es más fácil seguir ordenes y dejarse vapulear por el matón que plantarle cara. Quienes abusan de ti usan un patrón reconocible, tratan de conquistarte inicialmente y, al comenzar a ver confianza por la otra parte, comienzan a introducir situaciones basadas en el dominio para marcarte como una posesión suya, luchando contra tu propia identidad por medio de la suya. 


Tus opiniones serán anuladas, se burlarán de tus sueños, menospreciarán tus capacidades. Y evitarás el conflicto una y otra vez, porque piensas erróneamente que hacerlo te convierte en una mala persona. 


Y todo por no aceptar la autodefensa y el autorespeto como tus derechos, como una responsabilidad para contigo mismo.


“… como mentirle a alguien antes que decirle la verdad”.


Porque ser sincero te hace vulnerable, expone las cosas tal y como son. Admirar algo secretamente o avergonzarte de tus actos puede resultarte desagradable, y ser honesto será un reto que te obliga a superar tus miedos, admitir tus errores y dar lo máximo de ti. Si decides no aceptar dicho desafío, optarás por la mentira.


Pero cuando tratas de engañar a alguien comienzas por ti, ya que asumes tu incapacidad para aceptarte por lo que eres, pasando a vivir un yo ficticio ante los demás. Aunque la mentira cuele, te has fallado a ti mismo. Y si no cuela, te confirmarás ante todos como un fraude. 


En cambio, si te aferras a la verdad como un dogma, puedes transformar lo que te rodea. Lo que deseas, estará más cerca de ser conseguido al ser exteriorizado. Lo que te daña, puede ser detenido al ser respondido. Lo que se desconoce, puede ser conocido al ser explicado. Lo que erramos, puede ser corregido al ser aceptado. 


La verdad es lo único que se puede disfrutar plenamente, la mentira sólo finge llenar un vacío que nunca se puede colmar.


Y todo por no mostrarte transparente y responsable ni ante los demás ni ante ti. 


“… como usar de brújula el miedo en vez de la pasión”.


Porque siempre hemos de elegir quién de los dos será el guía de nuestra travesía, y realizar un análisis concienzudo de nuestro deseo puede resultar engorroso y complejo frente a la inmediatez del temor y su paralizador veneno. Es un enfrentamiento donde sólo puede quedar uno y el resultado del combate trazará drásticamente el destino.


Todo aquello que amamos nos provoca pánico y lleva asociado un cierto grado de incomodidad, ya que la incertidumbre de lo desconocido hace temblar los cimientos de cualquiera. Puedes interpretar que dicho seísmo es una señal de peligro, pero las alarmas sólo sirven como recordatorio, en ocasiones será un “huye de aquí” y en otras un “esta vez quédate”. Es de vital importancia que investigues de que tipo de las dos es la que está zumbando en ese mismo instante.


Tu zona de confort sirve de anestésico momentáneo pero no te presenta ninguna novedad, te coacciona para persistir en lo ya disfrutado. Todo lo que contiene lo has contemplado ya, todo lo que te ofrece es más de lo mismo: La repetición de una repetición. 


En cambio, salirte de ella te fuerza a mantener tu mente despierta y activa, mientras exploras la diferente esencia de cada nueva experiencia. En el riesgo está la riqueza, y no hay mayor tesoro que seguir aquello que te hace acelerar el pulso, que te recuerda que estás vivo.


Usar el corazón ofrece mayores recompensas a cambio de sacrificio, atenazarse ante el miedo sólo asegura una derrota aséptica asegurada.



Y todo por no atreverte a saltar al vacío para descubrir si eres capaz de volar.




------------- CONTINUARÁ -------------


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